Los bebés como comedores intuitivos

¿En qué momento aprendiste a desconfiar de tu cuerpo?

Cuando nacemos, como mamíferos nodudamos ni un segundo. Comemos porque lo necesitamos, la cantidad que nos pidenuestro cuerpo y al saciarnos, paramos. Pediremos más comida una vez quesintamos hambre de nuevo, y pararemos cuando nos encontremos satisfechos.Crecemos y nos desarrollamos adecuadamente sin necesidad de medir ni pesar loque comemos, sin necesidad de determinarnos un tiempo para actividad. Nacimossiendo comedores intuitivos y nos movíamos de manera intuitiva, libremente.

¿Por qué ahora dudamos sobre lo quetenemos que comer? ¿Por qué necesitamos que alguien más nos diga cuánto? ¿Porqué destinamos una hora o media para hacer ejercicio y el resto del tiempo nosentumimos? ¿Cuándo y cómo dejamos de escuchar a nuestro cuerpo?

Se estima que un niño deja de sercomedor intuitivo alrededor de los 4 o 5 años. Es el momento en el que empiezana estar incorporados a la cultura de la dieta. Mamás y papás obligan a comer,castigan o premian con comida, chantajean a nivel emocional o escondenalimentos en platillos. Es el momento en el que los niños aprenden (y tuaprendiste) tal vez a que había alimentos buenos y otros malos, que unosengordaban y otros no, y que además ser gordo era malo. Además, los medios decomunicación y redes sociales se encargan de proporcionarnos más inseguridadesa través de cuerpos inalcanzables para la mayoría.

Así llevamos toda nuestra vidacargando con una vocecita que nos dice: “ya párale o vas a subir de peso”,“cuídate porque te vas a la playa en dos meses”, “ya te viste en la foto, peroqué mal se ven tus brazos” “Ahora si te aplicas, para marcar tus abdominales”“Qué horror ya te salió celulitis, pero sigue comiendo así” Y miles depensamientos que nos inhabilitan el estar agradecidos con nuestros cuerpos yque además nos desconectan más de ellos.

Como consecuencia buscamos solucionesajenas a nosotros. La dieta o el entrenamiento que hizo alguien más que tieneel cuerpo “meta”, las restricciones que siguió alguien más y que le generaroncambios “impactantes”, porque claro las fotos de antes y después nos hacenolvidar que existe un después de ese después que no nos enseñan porque noconviene. Estudios sobre dietas han hecho seguimiento de 20 años posteriores yse ha logrado ver que el 98% de las personas que se someten a cualquier tipo dedieta restrictiva, recuperan el peso o incluso incrementan más de lo quelograron bajar. ¿No está más que claro que las dietas restrictivas no sirven?

Lo que debemos de hacer es conectarmás con nuestros cuerpos. Las reglas no las debe de poner la cultura de ladieta, ni siquiera las debemos de poner los nutriólogos. Las reglas las va aponer cada cuerpo, de manera individual… Porque hay personas que necesitan máscarbohidratos, otras proteínas, otras calorías, otros movimientos, otros talvez sí sin gluten, o sin lácteos o sin colorantes. Pero no porque lo diga yo,ni por la última moda… sino porque cada cuerpo siente y tiene experienciasdiferentes.

Aprender a sentir tu cuerpo y aentender lo que te comunica es un largo camino de toda la vida, por-que somoscambio. Pero una vez que empiezas a entenderlo y le empiezas a dar lo quenecesita, dejas de depender en dietas y empiezas a confiar en ti y a agradecera tu cuerpo. ¿No suena mejor esto, que vivir a dieta?

Sayuri Imuro

Lic.en Nutrición